miércoles, 17 de octubre de 2012

La berrea en Cantillana, 2012


 Nos enfrascamos en esta nueva quedada, sin apenas tiempo para organizarla, y en una zona que no conocíamos. Esa zona, concretamente, es una Vía Pecuaria que va desde Cantillana hasta Cazalla de la Sierra, la cual atraviesa la finca “La Jarilla”.

 


 Ésta, es privada, por lo que teníamos claro que no podríamos abandonar la vía, ni mucho menos, llevar hides o redes para camuflarnos.Salimos de Sevilla sobre las 11:30 Raúl, Juanjo, su hijo Dani, Manu, y Lana, una joven aficionada a la fotografía, invitada por este último.Quedamos en Cantillana con Miguel, el cual venía acompañado de su amigo Pablo y su hijo, Jaime.


   A mitad de camino, una fina llovizna, hizo acto de presencia,  aunque íbamos tranquilos ya que la previsión meteorológica auguraba un día nublado sin lluvia, que nos hacía presagiar bonitas luces para la práctica de la fotografía de naturaleza.


 Una vez en el punto de encuentro, en Cantillana, y tras las correspondientes presentaciones y saludos, partimos hacia el tramo de la Vía Pecuaria donde dejaríamos los vehículos para iniciar la marcha.


Nada más bajarnos de los vehículos, apareció de nuevo la llovizna, que sólo duró el tiempo de comernos los bocadillos y preparar el equipo.


 Al traspasar las dos puertas que hay para acceder al tramo de vía que atraviesa la finca, apareció uno de los guardas, el cual seguiría observándonos en la lejanía hasta que nos perdió de vista.Era el comienzo de una marcha ascendente de entre tres y cuatro kilómetros, con una pendiente bastante pronunciada en algunos tramos.


 El sol nos acompañó durante todo el camino de ida, lo cual nos hizo temer que nos quedáramos sin agua en poco tiempo.
Los bramidos de los ciervos en celo, nos acompañaron durante toda la travesía, cada vez más cercanos conforme íbamos ganando altitud.


 Una vez llegamos a lo más alto, se abría una pequeña dehesa, y recorridos una decena de metros, un imponente ejemplar de ciervo, se puso en guardia nada mas divisarnos. Rodilla en tierra para que no se sintiera amenazado, empezamos a fotografiarlo, aunque estaba un poco lejos, pero por lo menos, nos aseguramos la foto de aquel hermoso ciervo con la cornamenta de ocho puntas.

 
 Decir que no es la especie ibérica, sino la centroeuropea, la cual se introduce para repoblar los cotos de caza. La envergadura y la pechera, poblada de pelo, es la que los diferencia de sus congéneres ibéricos.


 Todos a una, fuimos avanzando poco a poco para tener una mejor visión, ya que una pequeña elevación del terreno entre él y nosotros, no nos dejaba verlo al completo.Nos apostamos a un lado del camino, y aprovechando un pequeño terraplén, nos sentamos.La visión que teníamos, aún no nos dejaba verle las patas, pero no queríamos precipitarnos.


 No paraba de mirarnos, pero al poco tiempo, empezó a comer, lo que significaba que no se sentía amenazado.Un rato después, se echó en el suelo, lo que nos dejó unas estupendas instantáneas, sobretodo cada vez que bramaba al escuchar a sus competidores.




                         
 Dos machos aparecieron por la dirección en la que habíamos venido. Éstos, tenían una envergadura menor y huyeron nada más detectar nuestra presencia. Aprovechamos para comernos los bocadillos sin soltar las cámaras, por supuesto.
 
 
 Un jabalí entró en escena, el cual emprendió el camino atrás cuando nos vio.Durante toda la marcha, un grupo de buitres leonados, parecía vigilarnos desde las alturas.También divisamos un buitre negro, que volaba en solitario, una culebrera, y algunos abejeros.













 







 Acordamos avanzar unos metros con tranquilidad, siguiendo el camino para intentar fotografiarlo limpiamente, sin nada entre él y nosotros.A unos veinte metros aproximadamente, se alzó, y tras unos pocos minutos, se dio la vuelta y se retiró lentamente.





















Un par de ciervas aparecieron por su espalda, pero cuando se percataron de nuestra presencia, dieron la vuelta y se perdieron de vista.
Exhaustos por las tomas realizadas, y comprobando en la LCD de la cámara que tanto enfoque como composición estaban bien, seguimos avanzando unos 200 metros más.



 Un jabalí intentó pasar desapercibido, pero Jaime se lo impidió. No nos dio oportunidad para hacerle una buena foto.


 Amenazaba tormenta, por lo que decidimos emprender el camino de vuelta, esta vez, cuesta abajo.Llegando a la bajada del camino, otra vez nuestro amigo el ciervo, el cual nos miraba.


No dudamos en hacerle una buena sesión de fotos, ya que el paisaje que lo rodeaba era distinto al anterior.


Durante el camino de vuelta, destacar dos jabalíes que vimos, y una espectacular vista del pantano de Melonares, con el sol poniéndose tras los lejanos montes, que teñía el cielo de un color rojo fuego.





En definitiva, una grata experiencia, que debe ser y será repetida.

 

sábado, 14 de julio de 2012

Atardecer y nocturna en Dehesa de Abajo


  Una vez en el aparcamiento de la dehesa de abajo, empezamos a planificar como gestionar el tiempo y buscamos algunas localizaciones para poder fotografiar por la noche.
Ya reunidos el grueso de asistentes, nos dirigimos hacia la laguna. La luz aún era dura, por lo que íbamos sin demasiadas prisas.


Mientras esperábamos al último componente de la quedada, nos dedicamos a fotografiar libélulas que teníamos a nuestro alrededor, las cuales se contaban por decenas.
 También captamos los reflejos del sol, cada vez más bajo, en la laguna, con aves como flamencos, espátulas, cigüeñuelas y agujas colinegras como fondo. Todo esto, mientras un buen grupo de milanos sobrevolaba los acebuches como pendientes de lo que hacíamos. A ellos también les dedicamos algo de tiempo.Con el sol cerca de la línea del horizonte, nos fuimos a la parte opuesta de la laguna, donde multitud de cigüeñas blancas han tomado varias encinas para construir sus nidos.

Estuvimos algo más de una hora fotografiando las pajareras, acompañados por infinidad de mosquitos a los cuales no parecía importarles mucho la loción con la que nos rociamos para evitar que nos picaran.
Después de cenar unos suculentos bocadillos, preparamos el equipo para la práctica de la fotografía nocturna. Trípode, cámara, cable disparador y linterna.

La primera sesión de la noche la dedicamos a fotografiar un acebuche rodeado de plantas secas que le daban un aspecto algo mágico. Tres días atrás, tuvimos luna llena, por lo que la luz seguía siendo muy intensa, impidiendo que las estrellas destacasen en el cielo.


 La segunda sesión fue a los pies de un gran tronco de árbol muerto, curvado en el que sus dos extremos estaban en contacto con el suelo. La idea aquí, era captar la estela que dejan durante una larga exposición, las estrellas al girar en torno a la polar, dejando al tronco en primer término.

Cuando estábamos en plena exposición, con los obturadores abiertos, apareció a nuestra izquierda un grupo de unas 30 cigüeñas que cruzaron por encima de nosotros. Al estar montados los gran angulares en las cámaras, varias de ellas se metieron dentro del encuadre. Gracias a que llevábamos el flash preparado en la mano, pudimos congelar la imagen con tres destellos del flash. El resultado fue una preciosa imagen con halo de misterio del cielo estrellado con varias cigüeñas dentro del encuadre, en la parte superior, y el tronco del árbol en la parte inferior.

Sobre las 3:30 a.m., dimos por concluida la sesión de nocturna y tras cenar otros bocadillos acompañados de frutos secos, nos dispusimos a echarnos a dormir un rato, hasta el amanecer.

Decidimos descansar en la zona trasera de la laguna, ya en los pinares de Aznalcázar, por lo que tuvimos que coger el coche para llegar al emplazamiento que teníamos en mente.

Por el camino, se nos cruzó un zorro y varios conejos, a los cuales no pudimos fotografiar en condiciones, y un precioso mochuelo posado en el suelo donde íbamos a montar el vivac, al que sí se le pudo fotografiar.


Ya amaneciendo, sobre las 6:30, recogimos el vivac, y nuestra sorpresa fue mayúscula cuando una vez montados en el coche, a un lado del camino vimos un erizo que se movía lentamente. Con cuidado lo sacamos del camino, y le dedicamos un par de horas de reportaje fotográfico. Probamos todos los objetivos de diferentes distancias focales que llevábamos en el equipo.

Llenos de satisfacción por el resultado de la salida fotográfica, emprendimos el camino a casa, deseando organizar la próxima.



martes, 10 de abril de 2012

Quedada Montejaque marzo 2012


Una nueva quedada. Esta vez, nos desplazamos hasta Montejaque y Benaoján, en plena Serranía de Ronda. Tras un par de semanas planificando los lugares donde ir, temas a fotografiar y técnicas a utilizar, nos ponemos en camino.

La primera parada, la hicimos una vez pasado Montellano, donde disfrutamos de unas buenas tostadas de pan de pueblo que nos dieron fuerzas para comenzar el día.

Ya en término de Montejaque, seguimos la estrecha carretera que nos lleva hasta el pueblo. A nuestra derecha un precioso paisaje, y a pocos metros por encima nuestra, buitres sobrevolando la zona.

Nuestro primer objetivo, fue acceder hasta la Cueva del Gato para hacer tomas de la misma desde diversos emplazamientos. Nos repartimos entre el interior de la boca de la cueva y el exterior., unos para fotografiar el curso del agua hacia el exterior de la cueva, y otros para captar la bella estampa de la cascada que emana del interior, y va a morir a las frías aguas del lago.

Aprovechamos para hacer fotografía de aproximación, y tomas del agua discurriendo entre las piedras. Respecto a la fauna, lo que destacaban eran vencejos reales y palomas bravías, que habitan en la boca de la cueva. También vimos chochín, martín pescador y un precioso mirlo acuático. También divisamos un grupo de unas seis cabras montesas, haciendo alarde de habilidad entre los riscos.

Abandonamos la Cueva del Gato a media mañana para dirigirnos hacia otro punto, previa parada en el Centro de interpretación de la espeleología de Montejaque. Acto seguido, paramos a comprar unos bocadillos para comer al mediodía, ya que nos íbamos a dirigir hacia la Cueva del Hundidero.

Una vez en la explanada donde se inicia la bajada hacia la cueva, preparamos el equipo a utilizar y cogimos ropa para protegernos tanto de la fina lluvia que caía, como de la humedad del interior de la cavidad. Pudimos avanzar unos 200 metros aproximadamente, ya que nos encontramos con el primer lago, obstáculo insalvable sin el equipo adecuado. Volvimos hacia atrás parando a fotografiar pequeños detalles como gotas de agua, texturas y pequeños insectos. También hicimos tomas generales del interior de la cueva.

Tuvimos que desandar el camino andado para llegar hasta la explanada donde dejamos los vehículos, pero esta vez tocó subir. Hicimos varias paradas para descansar debido a la gran pendiente que tiene el sendero.

Tras tomarnos un café en Montejaque, empezamos el camino de retorno a casa. Al poco de dejar el pueblo, tuvimos que hacer un par de paradas para fotografiar ciervos. La última parada, la hicimos en el embalse de Zahara de la Sierra, donde se nos echó encima la noche haciendo tomas de paisajes.














En definitiva, una agradable y provechosa jornada fotográfica.